El aeropuerto de Bucarest anuncia vuelos baratos a las capitales secundarias de la Europa consumidora de mano de obra inmigrada. No se ven soldados patrullando los vestíbulos. No hay negros, asiáticos o árabes esperando las maletas, ni tiendas de moda, ni duty free rebosante de tabaco, licores y cremas. Está claro que aquí no ha llegado la modernidad que combina las marcas de lujo con el terrorismo yihadista, escribe el periodista Xaviermas de Xaxas en la Vanguardia.

Bucovina - Maramures prin Pasul PrislopFoto: USER UPLOADED

En Bucarest arranca un viaje que nos llevará a la Bocovina rumana, al pie de los Cárpatos, y desde allí al antiguo puerto libre de Odesa, en la costa del mar Negro, a través de Moldavia y Transnistria, una república anclada en la nostalgia soviética y el limbo de los países que nadie reconoce.

La mayoría de sus habitantes son personas pobres que apenas han conocido la libertad y que recelan de casi todo menos de la cruz. Se aferran a las costumbres para no verse arrastrados por los remolinos concéntricos del sufrimiento europeo.

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